El primer semestre de 2017, Rukantu coordinó la realización de una sola actividad abierta al público: el escritor e investigador tenino Jorge Uribe accedió a una invitación para exponer detalles sobre la vida y muerte de Francisco Villota Pérez-Cotapos, un acomodado administrador de la Hacienda Teno, guerrillero de la causa patriota durante los años de la Independencia de Chile y quien compartiera en la resistencia junto al mismísimo Manuel Rodríguez, enemigo de las fuerzas realistas enviadas por la Corona española.
La figura de Villota había sido realzada por el municipio de Teno en 2011, cuando la entidad solicitó recursos al Gobierno Regional del Maule para financiar un monumento dedicado al estanciero en la Plaza de Armas. La escultura -compuesta por planchas de acero artificialmente oxidadas que mostraban la silueta de Villota cabalgando hacia el oriente- fue diseñada por la artista Aura Castro, enmarcándose en los 200 años transcurridos desde la Primera Junta Nacional de Gobierno de 1810.
“Las características de estas obras artísticas deben responder al desarrollo de un monumento que celebre el Bicentenario de Chile, además de expresar uno o más elementos que formen parte del patrimonio histórico y cultural de la comuna», rezaba el instructivo de Intendencia para dicha postulación. El costo de la obra superó los 41 millones de pesos.
“Hicimos una charla sobre el héroe olvidado de Teno con Jorge Uribe en la Don Sebastián. Él preparó una presentación de media hora. La hicimos calzar con la conmemoración del fallecimiento de Villota en el mes de enero (muerte ocurrida en la precordillera de Huemul, en 1817, según historiadores). La verdad es que el primer año de Rukantu fue muy lento. Como no teníamos recursos, queríamos hacer actividades que surgieran de nosotros mismos”, indica Antonio Morales.
Así, Rukantu fue avanzando más en la construcción de su propia identidad, recogiendo trazos de la que ya existía en el territorio. Felipe Maturana observa: “Empezamos a ver que en la juventud tenina existía como una apatía hacia Teno, y como que también había una pérdida de identidad. El ser tenino no estaba tan marcado, y, por decirlo así, el ser tenino era muchas veces segregador, porque había gente de Teno que sus padres habían sido de Teno, que sus abuelos habían sido de Teno, pero también había gente que llegó a Teno migrando desde otras ciudades como Santiago o de la sexta región y que se sentían teninos. Sin embargo, no les hacían sentir como tales”.
Sobre los orígenes y configuración del pueblo tenino, el Plan Municipal de Cultura de 2016 había mencionado, como un hito fundacional de Teno, la promulgación de una ley de comuna autónoma por el entonces presidente Jorge Montt el día 22 de diciembre de 1891, asegurando que dentro del proceso destacó «la figura de Don Juan de Dios Ortúzar, quien donó terrenos de su propiedad al fisco para la creación de la Plaza de Armas, la Municipalidad, el Hospital y una Iglesia, lo que permitió la constitución de esta nueva comuna que para 1897 ya había alcanzado la calidad de ‘villa'».
En la perspectiva del antropólogo Juan Carlos Muñoz, “lamentablemente no existe una historia de Teno escrita y nos aferramos a lo que es fácil de recordar. ¿Y qué es fácil de recordar? A Ortúzar y Villota. En términos históricos, la Región del Maule es bastante pobre en producción. Tenemos la suerte de que en 1890 el historiador pero todavía más grande antropólogo Tomás Guevara fue pionero en escribir una historia de Curicó como zona, y ahí podemos encontrar muchas referencias a Teno que son fidedignas. Él fue a las fuentes. Lo que sabemos hoy sobre Francisco Villota es por lo que escribió René León, el historiador de Curicó, pero nadie ha ido al Archivo Nacional a buscar los juicios o las causas donde está la historia de Villota, porque a esa historia de Curicó no le interesaba la historia particular de Teno. La escribieron en generalidades”.
Para Muñoz, hay ejemplos claros de personas valiosas para la comuna de Teno que han sido omitidas por la memoria oficial, como el caso de la profesora Aurora Urrutia, quien vivió una época donde el servicio entregado por maestros a comunidades rurales encarnaba un importante sentido patriótico. En algún momento, afirma, la actual Escuela D-56 llevó el nombre de Urrutia. “Su hijo fue un militante socialista, después comunista, y obviamente hubo represalias en la época de la dictadura. En esas represalias se borraron los nombres”, puntualiza.
Con respecto al heroísmo de Villota que Rukantu destacó en sus inicios para abrir la discusión, Juan Carlos agrega: “En el proceso general de la Independencia tiene un valor, porque uno puede decir que hubo valentía, un esfuerzo personal, pero hay gente mucho más relevante para la historia de nuestro pueblo que Villota. Lo mismo pasa con don Juan de Dios Ortúzar. Teno obviamente no existiría si no hubiese dado tierras, pero él también era afuerino, hizo un negocio de tierras e invisibiliza a personajes notables de nuestra historia que creo que son relevantes para la construcción identitaria de las personas. La historia que es relevante para un pueblo, y sobre todo para pueblos tan chicos, es la historia familiar y popular del día a día, la historia de la gente que ha compartido. Debiésemos dar un vuelco hacia adentro, valorar la propia historia y resguardar ese patrimonio”.
Dos ciudades
Folil Mapu es el nombre de una comunidad mapuche radicada en el sector de Sarmiento de la comuna de Curicó, la cual migró desde Collipulli en el año 2012. Tal como indica un estudio exploratorio de la Universidad de Concepción titulado “La persistencia del ‘Vivir como mapuche’: Una aproximación a la identidad étnica de la comunidad mapuche Folil Mapu” (2016), su llegada a la Región del Maule constituyó un “hecho inédito” si se toma en cuenta que “las comunidades mapuche históricamente han habitado el territorio comprendido entre la región del Biobío y de Los Lagos, donde se sitúan las denominadas tierras indígenas entregadas por los títulos de merced y de comisario, así como por las cesiones gratuitas del Estado”.
En febrero de 2016, el entonces representante regional del Ministerio de Vivienda y Urbanismo, Rodrigo Sepúlveda, envió un oficio al director de SERVIU, Omar Gutiérrez, para pedir la asignación de un terreno que brindara soluciones habitacionales a Folil Mapu bajo la dirección de Margarita Huenchullán. «Un capítulo especial tienen los pueblos indígenas dentro de las 50 medidas presidenciales de la Presidenta Bachelet para el mandato 2014-2018”, argumentó Sepúlveda. El documento proponía e individualizaba el rol de una propiedad ubicada frente a la población Nueva Bellavista de Teno como el lugar más idóneo para ejecutar el proyecto, que se esperaba edificar con al menos 48 viviendas.
Varios meses después, la noticia comenzó a propagarse entre vecinos. En junio de 2017, durante una sesión del Concejo Municipal de Teno, la alcaldesa Sandra Valenzuela dijo no tener conocimiento oficial desde el gobierno, asegurando que dos funcionarias le habían pedido averiguar sobre el tema con cierta preocupación. Luego de eso tomó contacto con el jefe de gabinete de la SEREMI de Vivienda y con la Gobernadora Provincial de Curicó, Cristina Bravo, sin poder conseguir más información, según expuso. Valenzuela agregó que, para agotar las instancias, llamó al senador de su mismo partido político, Juan Antonio Coloma, de la UDI, a fin de coordinar una entrevista con la titular de Vivienda en el puerto de Valparaíso. “Cuando la gente comenta que se habla de discriminación hacia los mapuche, eso es absolutamente falso”, se defendió.
El exconcejal Paulo Donoso recuerda que, por esa misma fecha, una parte de la ciudadanía transmitió reparos sobre la venida de Folil Mapu a través de críticas que él no compartió: “Yo trabajaba en la Gobernación en ese momento y tenía claro que la población indígena iba a ir sí o sí. Allá en el municipio hubo una reunión sobre el mismo tema con dirigentes del sector, donde fueron cinco personas a decirnos por qué no querían la población: supuestamente porque venían delincuentes, vándalos, y también por un problema de alcantarillado. Todas esas cosas tenían solución si se presentaba un proyecto potente, pero su mayor aprensión era una discriminación total. Decían que eran flojos”.
La Asociación Cultural y de las Artes Rukantu ya había elegido tener un nombre mapuche y no podía serle indiferente lo que estaba ocurriendo. Hubo que idear algo con rapidez. “Fue como acción-reacción. El cahuín era que Valenzuela estaba juntando firmas para declararse en contra. Ese fue el cahuín, que había ido a alegar con la ministra de Vivienda. A nosotros nos dio mucha rabia. Ya estábamos de acuerdo en llamarnos ‘Rukantu’ y nos llega este cahuín, y dijimos ‘chuta, ¿qué hacemos?, a lo mejor la población no cacha o no sabe sobre cosmovisión mapuche’”, rescata Antonio.
En agosto de 2017, luego de establecer acciones previas para fortalecer su difusión, como salidas puerta a puerta, distribución de folletería en las calles, pegado de afiches y creación de publicaciones en redes sociales, Rukantu decidió convocar a un taller presencial abierto sobre cosmovisión de la etnia mapuche en la sede social de la población Nueva Bellavista de Teno. El espacio fue puesto a disposición de Rukantu por el dirigente vecinal José Albornoz.
Para Ana Ojeda, lo que más impresionó de la jornada fue que “los niños estaban jugando a la pelota (en la multicancha de la villa), y cuando les contamos que iba a haber esta actividad, como seis o siete jóvenes dejaron de jugar y fueron a escuchar. Estaban ávidos de cosas nuevas”.
“Yo había preparado una cuestión muy cuantitativa -comenta Morales-. Saqué datos de la Casen, preparé números, los últimos índices en relación con la comunidad mapuche. Se decía que los mapuche eran ladrones y algunos índices criticaban eso o contradecían frases cliché. La Ana había invitado a un lonko de Curicó. El lonko no apareció y tuvimos que hablar a partir de lo que sabíamos. El Rapo también trajo una infografía con frases en mapudungún que empleaban el ayüfiñ (me gusta) y el mari mari (buenos días). Fueron muchos chicos adolescentes. Yo creo que la actividad fue un gran éxito en todo sentido, aunque quizás no en el objetivo mayor que esperábamos de llegar a toda Bellavista. Veíamos muchos prejuicios, pero cuando llegamos allá los vecinos dijeron que en realidad no estaban contra la comunidad mapuche y entendimos que había un problema de alcantarillado”.
Durante los años por venir, el proyecto habitacional de Folil Mapu avanzaría a pasos lentos. Originalmente en SERVIU se trabajó un diseño acorde al DS 10 (subsidio rural), no obstante, la aprobación del Plan Regulador Comunal por parte del municipio varío su condición a urbano, por lo que debió replantearse. En noviembre de 2018, la Inmobiliaria Social San Joaquín pidió a la alcaldesa de Teno remitir una nómina con familias de la propia comuna que podrían ser incorporadas al proyecto, debiendo éstas cumplir con el requisito de «tener calidad de indígena acreditado», entre otros criterios socioeconómicos.
En marzo de 2019, la administradora municipal de Teno solicitó a la encargada de la oficina de Vivienda informar en qué iba el trámite de inscripción, sin embargo, la respuesta fue que solo habían podido catastrar a 11 personas. «Ha venido bastante gente, pero muchos de ellos han tenido inconvenientes, dado que no tienen el Registro Social de Hogares actualizado, el ahorro requerido o un certificado de la Conadi», expresó la funcionaria mediante un correo.
El factor indígena que interesó a Rukantu en su etapa de génesis ha estado presente en la historia de Teno desde tiempos antiguos. “La comuna se formó como un pueblo de indios que más o menos estuvo donde se ubica la Hacienda Teno”, visualiza Juan Carlos Muñoz. “Los españoles se fueron repartiendo tierras y trayendo a otros indígenas, generalmente del Perú. Entonces vemos una población diversa culturalmente. Uno tiende a pensar y a decir que solo había españoles y mapuche, pero no. De partida eran picunches con influencia inca, españoles de diversas partes del país europeo e indígenas que venían de otras latitudes y que llegaban como pobladores o amigos de los españoles”.
Sobre el alcance territorial de estos grupos, Muñoz analiza: “La historia nos permite saber que Teno fue parte al menos de lo que se conoció como el Imperio Inca en su lado sur. Sabemos que había un cacique que se llamaba justamente Teno y que había un tipo de organización de importancia. Cuando Pedro de Valdivia llega a Santiago y convoca a los caciques a una especie de parlamento para decirles ‘esto ahora es del Rey’, sabemos que el cacique Teno estaba presente en Santiago, a los pies del cerro Huelén, junto a otros caciques”.
Tacitas y palmas
Más vivos que nunca estaban los nexos creados a raíz del grupo de formación cuando Rukantu, en el año 2018, invitó a la comunidad a participar junto a los socios en una ruta cultural por diversos sitios históricos de la comuna de Teno. A la jornada asistieron varios de los jóvenes que habían participado en la instancia formativa, pero llegaron otros nuevos, como el antropólogo y vecino de calle Ortúzar, Juan Carlos Muñoz, quien se preparaba para ampliar sus estudios en el sur del país. “Me sumé a la actividad, que duró prácticamente todo un día, y participé con mucho interés. Rukantu estaba haciendo una actividad totalmente pionera”, destaca.
La guía fue realizada por el dirigente y socio de Rukantu, Hernán Farías. Solo se armó una colecta para pagar los costos de transporte al vecino Samuel Ávila, quien facilitó y condujo un furgón de amplia cabida. Las ruedas del vehículo dieron vueltas por sitios icónicos, desde el sector de La Aurora hasta el sector El Guindo e incluso más allá del límite comunal hacia O’Higgins.
“Me gusta la historia; soy autodidacta. En otras cosas tengo título, como astronomía, pero son cosas que me fascinan. Teno tiene prehistoria, tiene historia y tiene época contemporánea importante. Si dejamos que desaparezca, desaparece nuestra identidad. Un pueblo, una localidad, un lugar, no crece si no tiene su identidad”, plantearía Farías.
La asociación transitó por las huellas del Camino Real de la Frontera, llegando a los pies del río Teno. Encumbró, posteriormente, a Piedra Blanca, haciendo una parada en la casa del excarabinero Jorge González, sobrino del poeta Efraín Barquero. La periodista Claudia Rivera comenta que en esa vivienda existe una importante bodega de adobe que pudo conocer cuando preparaba su tesis. “Tuve la oportunidad de que me abrieran la puerta, tocar el papel de muro y encontrarme con todas las herramientas con las que Efraín escribía. Jorge me dijo ‘da vuelta ese cuadro’. Lo doy vuelta y era el Barquero de la muerte’. De ahí su nombre”, confidencia.
Al poniente, donde el camino dobla y empalma con la Ruta J-40, la van tomó rumbo hacia las faldas de la cuesta El Peral. Allí fue posible encontrar una especie de animita que simboliza la caída de Santiago Ábrigo, más conocido como El Gato, quien arrastra fama y desdicha como el último gran bandido que asaltaba en los Cerrillos de Teno.
El momento de mayor algidez del bandolerismo, según la investigación del tenino Juan Carlos Muñoz -descendiente de Benigno Pavéz, el primer comandante de policía de Teno-, fue entre 1820 y 1860. Ya a fines del siglo XIX, por razones vinculadas a la mejora de los caminos, el ferrocarril, los telégrafos, la subdivisión de propiedades y el fortalecimiento de la policía, el campo de acción de los bandoleros se fue estrechando.
“En el recorrido de Rukantu llegamos a las laderas de la cuesta El Peral, donde se recuerda hasta hoy al Gato. Él estaba escondido al otro lado de la cuesta y la policía de Teno, que estaba recién formada, se organizó y fue a darle captura. No era un tipo que solamente asaltaba, sino que se ensañaba, desnudaba y descuartizaba. Era realmente cruel. En ese tiempo existía la ley de fuga, que permitía matar al bandido si se escapaba. Por tanto, se le capturaba y se le llevaba caminando para que se fugara adrede. Así la policía le pegaba un balazo y después justificaba. Eso pasó con Ábrigo”, explica Muñoz.
El recorrido histórico prosiguió muy cerca de ese lugar, llegando hasta los portones del Relleno Sanitario El Guanaco, administrado por RESAM. Una vez detenidos, Farías descendió del vehículo para acercarse a conversar con el encargado, pidiendo facilitar el acceso de Rukantu para conocer algunas piedras tacitas ubicadas en un predio trasero cuyo ingreso requería pasar por encima de los cercos perimetrales de la empresa de basura.
Dicho vestigio, más de 15 años atrás, había sido una de las tantas razones para oponerse a la aprobación ambiental del relleno, ese enorme sitio de disposición de residuos provenientes de O’Higgins y el Maule. Pese a una amplia resistencia ciudadana, que implicó recolección de firmas, el Consejo de Monumentos Nacionales de la época estimó que las rocas horadadas se encontraban “fuera del área de influencia” del proyecto, argumentando que Farías, en respuesta a declaraciones entregadas por éste a un medio de Curicó, no tenía credenciales suficientes para acreditar su importancia histórica.
En 2001, otra nota escrita -incorporada en la desafiante edición N° 5 de ”La Vaca”- no tuvo piedad con el entonces alcalde de Teno Luis González y el gobernador provincial de Curicó, Sergio Monsalve, quienes fueron aludidos como Capataz y Nosalvaanadie, apuntándolos como responsables políticos. “Estimados lectores: debemos declarar a través de esta columna el certificado de defunción para el turismo en Teno. No sabemos si esta vaca podrá aguantar que sus hermanas mueran porque bebieron agua contaminada con pilas y otras mierdas que trae la basura. Las norias en el sector del basural son del pasado, las piedras tacitas morirán, las casas desaparecerán, los paseos en familia no estarán y los volantines buscarán un nuevo lugar para mostrar algo de alegría”, resaltaba el ejemplar.
Este contexto explica por qué Rukantu, en 2018, solo pudo ingresar al sitio de interés arqueológico en compañía de un trabajador de RESAM.
“Es una cuestión espantosa lo que pasó ahí”, comenta Juan Carlos Muñoz, quien subraya que las piedras tacitas pertenecen a una cultura previa a la picunche, con cerca de 5.000 o 6.000 años de antigüedad. “Usaron esas piedras, no sabemos si con fines religiosos o con fines prácticos de molienda. Probablemente todo eso junto, porque estas culturas tenían una practicidad en su vida. Sobre el relleno están los mitos que uno siempre escucha, de que al hacer los fosos encontraron esqueletos, cosas, piedras, porque probablemente el lugar estuvo densamente poblado. Originalmente, hacia el lado izquierdo del camino a la cuesta El Peral, existían vegas, y donde hubo agua es altamente probable que haya habido gente”.
La ruta de la asociación cultural partió desde ahí hasta Comalle, visitando la Iglesia Nuestra Señora de Begoña, para luego adentrarse en la ruralidad de esos parajes, detenerse en algunos rincones que delataban las andanzas de Francisco Villota, meterse en los cerros de El Guindo Alto y cruzar el límite con Chépica hacia el Palmar de la Candelaria.
Más tarde, caída la noche, volvieron a Teno urbano para comer un asado a leña en el patio de la UNCO.
*Este texto es un extracto del libro «Memoria Rukantu Teno», obra financiada por la Convocatoria para el Financiamiento de Iniciativas de Fortalecimiento de Organizaciones Culturales Comunitarias 2020, del Ministerio de las Culturas, las Artes y el Patrimonio, adjudicado a la Asociación Cultural y de las Artes Rukantu Teno.